SI
NO ME MIRAN TUS OJOS
Singladura
Nr.12
Si tus ojos se me ocultan, o solo me miran
subrepticiamente a la distancia, no te culpo. Si acaso en tus recuerdos me
piensas alejado, te doy toda la razón. Y si acaso en medio de las tardes,
cuando el sol tiende a bajar en su lejano carruaje de oros y rizos, de
doncellas temblorosas que ven al amor escapar a sus sueños más preciados, me
piensas ausente de tus sentires, poco puedo argüir por mi defensa…
Culpable soy de la ausencia, infeliz montón de
memorias son mis amantes, que lejanas me acunan y me dicen al oído que estoy a
salvo, sin riesgos y protegido por muchos brazos amantes. Verdades todas, por
cruel que suenen. Amar es celo, pero celo del bueno; celo del que cuida, del
que protege, del que guarda...
Y mi distancia me acusa. Cruda es mi noche lejos de
tus amantes brazos. Rugidos de aquellos que gimen por amor transportados por las
hienas de la oscuridad restallan en mis oídos, cual les sucede a los buzos en
las mayores profundidades del mar. Y cuando busco tus brazos en mi lecho, tu
almohada es un helado y silente fantasma que en su silencio sin suerte se me
entrega sin llorar…
Almohadas solo son, más no tus brazos. Silentes
siempre están, mas, en su silencio hay un grito de esperanza, una queja de
ausencias, un vacío sin llenar, un dolor de caderas que una vez se soltaban a
los vientos alegres de la rumba y una voz que llenaba el campo con sus ritmos.
Comprendo que no hay sueño y que también se entorpecen tus sueños. Nací de ti y
he sido para ti... pero ya lo ves, tú estás allá esperando, y yo estoy aquí
llorando. Llorando estoy, sí; de cobardía por que no están mis cabellos regados
sobre tu pecho, ni mi pecho abierto al cielo junto a ti. Que también lloran los
hombres cuando el dolor es fuerte, aunque los tontos pretendan negarlo. Todo
aquello que es amado, merece una cálida gota rodando por las mejillas…
Por ello, si no me miran tus ojos, yo lo comprendo.
Si sus besos me niegan tus labios, derecho tienen. Y si al pasar las olas por
tus playas no acarrean mensaje alguno para mis naves, navegaré en silencio,
sabedor de tus angustias, compartiendo en mis ansias tus dolores…
Sé que me amas y mucho, más no me envanezco. Sufro
por ello mucho más.
También mucho te amo yo. Mi vida recibí de tu
vientre, tus ojos me brindaron su luz y tu amor mucho calor a mi lecho siempre
le ha dado. No puedo por ello alejarme de la ventana que mira a tu ventana, ni
alejarme mucho de aquel punto desde donde pueda un día escuchar tu voz…
No, no te soy ajeno, ni te he olvidado, ni me enojo
si me sientes lejano o descuidado a, y de tus sufrimientos…
No. Mi bolsillo carga la riqueza de tu perfume en el
pañuelo, mis labios se refocilan al recordar el banquete disfrutado de tus
guisos y mis oídos creen escuchar el murmullo dulce de tu voz, a cada instante.
No hay caricia que me baste ni beso que me guste tanto, ni siquiera requiebros
que otras voces de modo alguno que me dirijan. No. Solo tú…
Solo en tus brazos el gran amor de mi vida he
hallado; solo en tus labios la miel de la esperanza he podido libar, y solo en
ti, por ti, para ti he vivido, vivo y viviré hasta un kilómetro más allá de la
muerte, más allá de mi piel…
No, por favor, no me mires ahora... deja que pase
este instante; anda, pasea un poco por el bosque y escucha el cantar del
silencio entre las madrugadas y nieblas…
Espera un ratito siquiera, toma mi mano, por favor y
deja que mis labios ante el ara del cielo y la brisa pronuncien tu nombre otra
vez, con este dolor que me punza:
¡Te Amo Cuba Mía!
Gilberto Rodríguez.
Miami-Fla..USA
2009-07-09
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